Continuando con las entradas sobre fotografía, hoy toca hablar sobre el obturador. No sin antes mencionar, como en cada entrada sobre el tema, que la fotografía se trata de dibujar con luz, por lo tanto hay que saber utilizarla, y comprender que toda fotografía se lleva a cabo manipulando el como la luz llega a nuestro sensor, hablando de fotografía digital obviamente.
Así pues, el obturador es uno de los elementos de nuestra cámara cuyo comportamiento podemos ajustar y adaptar según nuestras necesidades. Quizá la palabra por sí misma no nos diga mucho, pero se trata de un mecanismo muy simple, cuya única misión en la vida es: Mientras no se presione el botón para tomar la foto, se mantendrá en su lugar evitando que la luz llegue hasta el sensor, más cuando presionamos el botón, el obturador se moverá de su lugar, dejando paso a la luz para que esta llegue al sensor.
El tiempo que se mantiene «fuera de su lugar» no es aleatorio, nosotros lo podemos definir. Para ello podemos pensar en que, mientras más tiempo se mantenga abierto el camino entre la luz y el sensor, mayor será la cantidad de luz que le llega, por lo tanto, más clara será la fotografía. Pero cuidado, que se puede quemar (Cuando en la foto salen zonas completamente blancas, es debido al exceso de luz).
Por otra parte, si el tiempo que el obturador dura «levantado» es muy corto, la cantidad de luz que pueda pasar y llegar al sensor será mínima, por lo que, si se trata de una hora o un lugar donde no haya mucha luz, la fotografía tenderá a salir oscura.
Se podría decir que es como la llave del agua, si la dejas mucho tiempo abierta, saldrá mucha agua (Que viene siendo la luz), más si la abres y cierras rápidamente, poca será el agua que logre pasar. Lo mismito hace el obturador. Cerrar y abrir durante cierto tiempo.
La velocidad o tiempo de obturación (El tiempo que dura el obturador levantado/fuera de su lugar/dejando pasar la luz) se mide en segundos. Aunque un segundo es mucho tiempo para una fotografía durante el día, por lo que se fracciona, y se obtienen valores como: 1/2, 1/4, 1/8, 1/15, 1/30, 1/60, 1/125, 1/250, 1/500, etc. O bien, segundos completos para cuando existe poca luz, 1», 5», 30»… Incluso un tiempo «infinito». Pero eso varía de cámara en cámara.
Otro dato importante sobre la velocidad de obturación es que, cuando queremos que un objeto que se encuentra en movimiento quede «congelado» en nuestra fotografía, debemos utilizar tiempos muy pequeños de obturación, un valor como 1/500 por ejemplo. Pero debemos tomar en cuenta que para ello las condiciones lumínicas del lugar donde nos encontramos deben ser adecuadas, ya que de lo contrario, por ser un tiempo muy pequeño (1 segundo dividido sobre 500), poca será la luz que llegue al sensor, y la foto saldría irremediablemente oscura.
Por el contrario, existen otros efectos que se logran con velocidades de obturación más largas, como por ejemplo, el efecto seda en el agua. Del cual se hablará en otra entrada. Pero básicamente trata de capturar el recorrido del agua durante un par de segundos, para que se mezclen en una sola toma y al final se vean como el nombre del efecto, como seda. O también, con estas velocidades se logra el Light Painting.
Pues bien, a practicar y usar la cámara en modo manual, que sólo así podrás conocer mejor los resultados tras manipular cada posible valor.